sábado 14 de julio de 2012

Hay consenso en que los derechos de los LGBT (lesbianas, gays, bisexuales y transgéneros) serán un elemento central de la próxima campaña presidencial de EE.UU. Los estadounidenses ya han tomado posiciones. Fuentes del Departamento de Estado admiten que las declaraciones de Obama han hecho que aumenten los aportes LGBT a su campaña.  

POR Mario Valle, Desde WASHINGTON

Como cada mañana, desde hace unas semanas, un hombre llega hasta la avenida Pensilvania, en Washington, donde se instala con una silla roja plegable y dos carteles. En uno se lee: «Matrimonio, siempre un hombre y una mujer», y en el otro: «Fin al divorcio, maridos y esposas ámense y respétense unos a otros».

Bob Slim (44), como se identifica, se sienta en medio de los turistas que a su alrededor se fotografían en lo que es el ala norte de la Casa Blanca, y en que también hay personas que protestan por la situación en Siria y por los ensayos nucleares.

«Estoy aquí para que la gente piense lógica y no emocionalmente», dice Slim, quien precisa que lo suyo es una cruzada individual. «Estuve preso y fue entonces cuando comprendí el valor de la familia. No tengo nada en contra de los gay y lesbianas, pero obviamente ellos no pueden formar una familia como tal».

Este hombre, oriundo de California, cuenta que lleva cinco meses en esta solitaria campaña y que también ha ido a la Corte Suprema y al Capitolio. Aún no tiene claro por dónde seguirá.

Y ahí permanece sin hablar por algunas horas, salvo cuando se le acercan algunos turistas y él les explica su posición.

Sabiéndolo o no, en la residencia que cobija a los Obama el pensamiento es otro.

Lo dejó claro el Presidente Barack Obama en mayo pasado cuando en una entrevista con ABC News dijo apoyar el matrimonio homosexual. Antes se había opuesto, pero luego en 2010 sostuvo que sus puntos de vista habían «evolucionado» sin entregar mayores detalles en esa ocasión.

Algunos miran con cierto escepticismo estos planteamientos y los ven como parte de una estrategia electoral. Recuerdan que el mismo día de la entrevista a Obama, pero más temprano, el candidato republicano Mitt Romney había afirmado categóricamente: «Creo que el matrimonio es una relación entre un hombre y una mujer».

En diciembre pasado, la Secretaria de Estado, Hillary Clinton, en un discurso ante la Comisión de Derechos Humanos de la ONU, en Ginebra, ya había dicho que para su gobierno los derechos de las minorías sexuales son parte de los derechos humanos y pidió un consenso mundial para reconocerlos. «Como ser una mujer, una minoría racial, religiosa, tribal o étnica, ser LGBT no te hace menos humano», expresó y agregó que «ser gay no es una invención occidental, es una realidad humana».

Hillary Clinton admitió que el camino para concretar esta aspiración será difícil y de mucho trabajo. «Todas las personas merecen ser tratadas con dignidad y sus derechos humanos deben ser respetados, sin importar quiénes son o a quiénes aman», concluyó.

Diplomáticos estadounidenses coinciden en que las declaraciones de Obama y personeros de su administración acarrean costos por el rechazo de sectores conservadores, latinos y afroamericanos, y beneficios, al lograr apoyo de los grupos liberales. Pero confidencian: «Hasta ahora la evaluación es favorable. No olvide usted que en las grandes ciudades la comunidad homosexual es poderosa y ya han llegado donaciones importantes para la campaña».

Y las encuestas no se han dejado esperar en esta materia. Una reciente de Gallup muestra una leve ventaja de quienes están por apoyar el matrimonio homosexual (50%) frente a aquellos que se oponen (48%).

Más que una sigla

LGBT (Lesbianas, gays, bisexuales y transgéneros) es una sigla que en este país está muy internalizada para denominar a esta comunidad. De los más de 310 millones de habitantes que tiene hoy Estados Unidos, se estima que el 5% pertenece a estos grupos, según el censo de 2010.

La actual discusión en torno a ellos se acrecentaría en octubre próximo, a pocas semanas de las elecciones, si la Corte Suprema se pronuncia respecto de dos apelaciones. Una para que se reconsidere la prohibición de este tipo de matrimonios en California donde fueron legales por un breve período en 2008, y otra a raíz de que la Corte de Apelaciones de Boston determinó que el Acta de Defensa del Matrimonio niega inconstitucionalmente beneficios a parejas del mismo sexo en un estado donde el casamiento gay era legal. Estos dictámenes podrían sentar un precedente determinante.

En EE.UU. el matrimonio homosexual no es reconocido por el gobierno federal, pero sí por algunos estados individuales: Massachusetts, Connecticut, Iowa, Vermont, Nuevo Hampshire, el distrito de Columbia (Washington DC) y Nueva York. En este último estado, en la pasada edición dominical de The New York Times, en las páginas donde se anuncian los matrimonios, de los 45, seis eran de parejas del mismo sexo.

El estado de Maryland podría sumarse, ya que el 12 de noviembre habrá un referéndum para que los ciudadanos se pronuncien.

La falta de reconocimiento federal se debe a la Ley de Defensa del Matrimonio de 1996, que mantiene la definición de éste como la unión entre un hombre y una mujer.

Sin embargo, que rija en esos estados no significa que si una pareja se cambia a otro les reconocerán derechos como seguro médico, pensión, realizar la declaración a la renta en forma conjunta o los casos de herencia.

Calentando motores

En el Departamento de Estado, Michael Posner y Dan Baer, asesores de Hillary Clinton en estas materias, coinciden que el tema LGBT será importante en la próxima campaña presidencial. Según explican, la política en apoyo a los LGTB se diferencia de temas de seguridad, economía o relaciones exteriores que son particulares de los países, mientras que ésta posee una arista de discusión general por involucrar derechos que debieran tener estándares universales. «Queremos dar el ejemplo en este asunto», plantea Posner.

Ambos ven como muy alentadora la voluntad de varios países tras el discurso de Clinton, ya que han querido involucrarse y reforzar la política de EE.UU. en esta materia. Por ello informan que les están entregando asistencia técnica y financiera.

Reconocen que en algunas partes hay otra visión de esta agenda por las diferentes consideraciones morales, culturales y religiosas. «No van a dejar de existir personas que se resistan, pero es más bien un tema generacional. Y en esto es interesante la rapidez con que se ha evolucionado. Basta ver cómo ha cambiado este país en los últimos diez años frente a esta temática», plantea Posner.

Baer dice seguir con interés los avances legales registrados en Latinoamérica. «El caso de Daniel Zamudio, esa tragedia ocurrida en Chile, sirvió para lograr un cambio importante. Ahí es cuando uno ve que un caso particular inspira a toda una nación. Es un gran ejemplo de progreso. Son buenas causas a las que debiéramos abrazarnos».

A pesar de la postura negativa de Romney, no hay unanimidad en su partido. Clarke Cooper es director ejecutivo del grupo republicano que desde 1992 apoya a la comunidad LGBT. Afirma que son representativos dentro de la colectividad.

En su opinión, esta instancia surge de la realidad, ya que plantea que mucha gente tiene familiares, vecinos, amigos o compañeros de oficina que son LGBT. «Es un asunto que hay que asumir y sobre el que hay que educar».

Helen Alvaré, profesora de Derecho de la Universidad George Mason de Washington, no se niega a que las parejas homosexuales tengan derechos y de que existan leyes para protegerlas de la discriminación. Pero no cree que el matrimonio sea adecuado, ya que se debe pensar en la importancia que implica tener hijos y en el futuro de éstos bajo el cuidado de personas del mismo sexo. «En esta política que se propicia desde el gobierno me parece que se olvidan factores religiosos y sociales importantes», indica.

La académica está convencida de que la Corte Suprema rechazará las apelaciones que deberá ver por las contradicciones existentes entre las constituciones estatales y para mantener la estabilidad social. «El matrimonio es algo más que lo romántico o sexual». Más categórico aún es Brian Brown, presidente de la Organización Nacional pro Matrimonio, que rechaza de plano las uniones homosexuales y la adopción por parte de estas parejas. «Obama recurre ahora a esto porque ve que ha perdido votos. Lo hace sólo por cálculos políticos».

Enfático plantea que por definición el matrimonio es entre un hombre y una mujer, y que es la mejor institución para criar a los hijos. «Se ha definido de igual manera desde hace miles de años por casi todas las civilizaciones. Esto que se intenta aplicar es una desviación de su significado». En su grupo, precisa, hay gente de todas las religiones e incluso ateos.

Brown asegura que tras las declaraciones de Obama está la «maquinaria» de Hollywood, donde habría muchos gays y lesbianas interesados en lograr este cambio para lo cual harían aportes monetarios. Los actores Andy García (cubano) y Eduardo Verasategui (mexicano), quienes han participado en campañas de su organización, serían las casi únicas excepciones en el mundo artístico.

«Nuestro único foco es defender el matrimonio. No es adecuado afirmar que alguien que está por el matrimonio está en contra de los derechos humanos», expresa.

Mientras el debate se desarrolla con diversos grados de intensidad, la economía sigue siendo el tema por lejos más dominante: para el 62% es su máxima prioridad y sólo el 7% dice que es el matrimonio homosexual, según una reciente encuesta de The New York Times y CBS News.

Lo corrobora Clarke Cooper, quien cree que la situación de los LGBT será tema de campaña dependiendo de la evolución de la situación económica. «No hay que olvidar que la gente vota más con la mano en el bolsillo, que con la cabeza o el corazón».

Y Slim sigue esperanzado en su cruzada, sentado en su silla roja frente a la Casa Blanca.

En el Pentágono salen del clósetDos oficiales que reconocieron su condición al derogarse el año pasado la disposición conocida como «Don’t ask, don’t tell» (No pregunte, no cuente), hablan de su historia. Tras cruzar rigurosos controles, ambos nos reciben en una sala de conferencias del Pentágono (Ministerio de Defensa). Son un oficial del Ejército y una oficial de la Armada, que visten sus uniformes. No darán a conocer sus identidades ni permitirán ser fotografiados, ya que hablarán a título personal y no quieren involucrar al Pentágono, donde hoy trabajan.

Él lleva 20 años en el Ejército de EE.UU. Es homosexual y vive con su pareja, con quien incluso adoptaron un niño.

Mientras el oficial bromea y sonríe, ella se muestra más seria. Luce su pelo corto y canoso y tiene un gran parecido con la actriz y conductora Ellen DeGeneres, quien ha reconocido ser lesbiana. La oficial, que proviene de una familia militar y que ha servido en la Armada por más de 22 años, también lo es. «En mi familia me dicen que se dieron cuenta que era lesbiana a los 5 años», relata.

Ambos admiten abiertamente su condición. Claro que no resultó fácil. Por años lo ocultaron y temieron por su permanencia en sus instituciones. «Cada mañana que me reportaba ante mi comandante imaginaba que me pediría que dejara el servicio porque había descubierto mi orientación sexual. Sentía que era una bomba de tiempo. Creía que cada día podía ser el último en el Ejército al que tanto quiero», relata el oficial.

Al admitirlo, pensaba, «corría el riesgo de que me despidieran de una carrera que es mi vocación». Por eso decidió poner término a una relación de años y callar.

Esta situación obedecía a la existencia de la disposición conocida como «Don’t ask, don’t tell», que regía desde 1993. Si bien prohibía discriminar a miembros de las FF.AA. homosexuales no declarados, excluía a personas abiertamente gay, lesbianas o bisexuales de las instituciones armadas. Se estima que más de 10 mil personas fueron despedidas por esta normativa.

Todo cambió en septiembre de 2011, cuando dicha política fue anulada por la administración Obama. Entre las justificaciones se indicó que había un debilitamiento gradual en la fuerza militar del país y que informes del Pentágono revelaban que el 75% de los jóvenes estadounidenses no estaban calificados por una educación deficiente, antecedentes penales y problemas de peso. Mientras, había gran cantidad de candidatos que eran aptos física e intelectualmente, pero que eran rechazados por su condición.

La oficial, con la voz entrecortada, cuenta su historia. «Lo que pasó fue un cambio muy importante. Ya no es sentirse ilegal por lo que somos», dice y enfatiza que «antes que nada soy una oficial de las Fuerzas Armadas».

A su juicio, con la nueva política mucha gente ha podido ser más honesta con sus vidas y sirven mejor en sus instituciones.

Según el militar, los secretos personales acarrean problemas. «Cómo podemos pedir que miembros de las FF.AA. mientan en algo tan importante como es la vida personal». Admite que sus familiares y amigos siempre supieron que era gay y lo apoyaron.

Los dos coinciden en que la orientación sexual, así como la ideología o la religión no debiera interferir en el trabajo en las diversas ramas de las FF.AA.

También estiman que no a todos en sus instituciones les agrada la actual situación. «Existe homofobia como en cualquier parte», afirman y precisan que no demandan derechos especiales por su condición.

Según estos oficiales, para las nuevas generaciones es más fácil aceptar que en el mundo hay personas con distinta orientación sexual.

«Ser padre para mí es muy importante. Somos gente decente, servimos al país y reconocemos nuestra condición. Creo que eso es muy válido y también una buena enseñanza», señala el militar, quien ha combatido en Afganistán.

Ambos explican que ahora no es obligatorio revelar las orientaciones sexuales. «Es cosa de cada uno si no quieren salir del clóset», subraya la integrante de la Armada.

Pero están convencidos de que tener la valentía y honestidad de reconocerlo ayuda en su ámbito a servir mejor al país.

Fuente: revista El Sábado 

POR Mario Valle, Desde WASHINGTON.