Señor director,

En la década de 1990 se tramitó en Chile la ley de filiación, que tenía un objetivo urgente: dar igualdad a todos los hijos en Chile, independiente de la relación de sus padres. Así fue como, en 1999, se terminó con la distinción entre hijos naturales y legítimos, poniendo fin a una discriminación histórica sobre los niños y niñas del país.
Sin embargo, hemos sido testigos de una nueva discriminación a los hijos en razón de la orientación sexual de sus padres o madres: ayer el Registro Civil se negó a inscribir a Emma de Ramón como madre del hijo que tuvo junto a Gigliola Di Giammarino, la mujer con que tiene una unión civil vigente hace dos años. Ambas se sometieron, como una familia reconocida por la ley, a una técnica de reproducción asistida; sin embargo, el Registro Civil solo consignó a una de ellas como madre, dejando a Emma como una extraña respecto del hijo común recién nacido.
Esta es la discriminación que, hace ya un buen tiempo, recae sobre los hijos de parejas del mismo sexo, anulando su derecho a alimentos, a visitas, e incluso a la herencia. Terminar con ella resulta urgente, especialmente en defensa del bien superior de esos niños y niñas que han nacido y nacerán en el seno de familias que el Estado reconoce como tales, pero cuyos padres o madres decide omitir de sus partidas de nacimiento, eliminando todo vínculo legal con ellos. Solo de esta forma podremos asegurar que todos los hijos de Chile tendrán igualdad ante la ley.

Karen Atala; Emma de Ramón; Sebastián Gray; Juan Enrique Pi; Pablo Simonetti.
Directorio Fundación Iguales

 

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