por Javiera Pizarro, voluntaria Juvenil Iguales RM

Como voluntaria de la Fundación Iguales he presenciado de cerca la construcción de demandas “clásicas” que han sido levantadas tanto en Chile, como en distintas partes del mundo por numerosos movimientos de la diversidad sexual. Me refiero a la unión civil, el matrimonio igualitario y la ley de identidad de género, entre otras. Estas demandas constituyen el “piso mínimo” que permite la visibilidad, la integración y se presentan como el punto de partida que nos dirigiría a un cambio cultural de mayores proporciones.

A mi parecer, es importante estar en constante cuestionamiento de nuestras demandas y no simplemente seguir una secuencia lógica de las ya planteadas en otras latitudes, sin hacer una lectura desde lo local.  En ese sentido, la relación entre la demanda general y el o la activista local es compleja, principalmente por las diferencias culturales que suelen existir entre los distintos países donde se llevan estas luchas por los derechos humanos de la diversidad sexual. Sin embargo, todas comparten profundas convicciones, luchas, pasiones y trabajo.

La relación activista local-demanda general contiene una dualidad que la hace muy compleja en la práctica. Por un lado, está el trabajo que se dedica para el cumplimiento de las demandas generales desde la misma organización y que viene acompañado de una fuerte vinculación emocional, por tratarse de temas de la historia personal que están en juego. Y por otro, una relación un poco más “objetiva” que implica replantearse el significado de lo que se demanda, donde surge la posibilidad de cuestionarla y perfeccionarla. Por eso es necesario preguntarse las implicancias locales de nuestras demandas, más allá de que estén tan llenas de nuestro propio trabajo, dedicación y pasión.

Para darle contenido local a las demandas de la diversidad sexual se vuelve fundamental entender que éstas no son estáticas, sino que se encuentran en constante tensión o sintonía con otras demandas que, a su vez, dependen del contexto geográfico, temporal, social y cultural en que se inserte esa lucha. Por ejemplo, la discusión generada en torno al AVP claramente ha abierto otros temas, como el matrimonio igualitario o el concepto de familia. Sin embargo, como activistas, debemos hacernos cargo de otros temas (menos obvio para la opinión pública, quizás) que constituyen el trasfondo de las demandas de la diversidad sexual. Pienso, por ejemplo, en cómo se expresan los roles de género en las parejas del mismo sexo. ¿Acaso se construyen roles más democráticos entre las parejas del mismo sexo? ¿Un contexto de AVP brinda un marco de definición de los roles de género que se aproxima a los roles tradicionales, o no necesariamente? ¿Cómo se dividen las labores antes asignadas por sexo en un contexto de familias homoparentales? ¿Qué piensan las mujeres, a las que históricamente se les ha asignado un rol subordinado dentro del modelo de familia tradicional?. Creo que las respuestas a estas preguntas son las que forman parte del contenido local que debemos dar a nuestras demandas.

Por todo lo anterior, lxs invito a dialogar sobre roles de género y las familias, a preguntarnos si desde la diversidad sexual estamos construyendo familias más igualitarias en cuanto a los roles de género. Si las demandas “clásicas” que planteamos, en un contexto de debate del AVP, perpetúan o derriban los roles de género tradicionales que han marcado sobre todo a las mujeres. Resulta interesante preguntarnos cómo son o queremos que sean esas familias que merecen ser reconocidas legalmente.

Para esto, los dejo invitados e invitadas para este viernes 22 de marzo a las 15:00 hrs. en el Centro Arte Alameda al panel “Fuera de la Norma: Derribando los roles de género para construir familias diversas e igualitarias” y que contará con la presencia de la abogada Karen Atala, la co-guionista de “Joven y Alocada” Camila Gutiérrez, y la académica de la UDP y voluntaria de la Fundación Iguales, Pilar Muñoz.