jueves 28 de junio de 2012
Señor director:
Resulta curioso que en su carta del martes referida al ministro de Educación, Harald Beyer, los firmantes del Movimiento Unidos por la Vida lo acusen de apoyar “el movimiento de emancipación homosexual”, como si los miles de hombres y mujeres homosexuales de Chile carecieran de autonomía por estar sometidos al dominio o la discriminación segregacionista de una mayoría.
¿Acaso no son estos mismos detractores los que argumentan que la ley antidiscriminación es innecesaria, dadas las garantías constitucionales vigentes? ¿O acaso considerarían conveniente el sometimiento de una minoría por parte de una mayoría?
El aparente lapsus revela el verdadero origen de su incomodidad: que finalmente la sociedad reconozca y censure siglos de abusos crueles contra la diversidad sexual, que comprenda sin prejuicio la natural complejidad de la sexualidad humana y que promueva (parafraseando a los autores de la carta) “la libertad de enseñanza y de pensamiento” y “el pluralismo de visiones”, particularmente al alero de una república democrática y laica, pero consciente de que la libertad de pensamiento limita con los derechos civiles, y que incitar a la discriminación o al odio será siempre un delito, cuando no un trastorno. En lo que a muchas familias concierne, el ministro Beyer inspira nuestra admiración y respeto por sus rectas convicciones y por su valor para expresarlas.
Sebastián Gray
Director Fundación Iguales
Fuente: La Tercera