La semana pasada Revista Qué Pasa marcó un hito: su primera portada con una persona trans. La protagonista, Alessia Injoque, cuya historia conmovió a muchos por su valentía y determinación, por la complicidad de sus amigos y esposa y por el ingrediente que, quizás, motivó la primera plana: el compromiso de su empleador, el holding Cencosud, en acompañar a Alessia en su transición de género. No solo facilitando credencial y baño acorde a su sexo vivencial, sino además haciendo positivos cambios en el entorno laboral de Alessia y en la cultura organizacional de la empresa.

Decir que su historia es un caso aislado sería lo mismo que negar la existencia de personas trans en los espacios laborales. O en cualquier ámbito, para ser más preciso. Alessia fue la primera –con este nivel de visibilidad– en salir de la oscuridad, en desmarcarse de ese 69% de trabajadores trans que prefiere ocultar su identidad de género por miedo a perder su empleo. Pero no será la única y como ella, serán muchas personas trans que comenzarán a hacerse visibles en sus oficinas. De ahí la importancia que empresas chilenas como Cencosud comiencen a ver la diversidad ya no desde una perspectiva local, como suele hacerlo la mayoría, sino como una empresa global.

El reto no estará en facilitar espacios o credenciales; estará en permitir el acceso a personas trans al mundo formal del trabajo –hoy 9 de cada 10 personas trans no tienen trabajo formal–e incorporar protocolos de acompañamiento para las personas trans y la intervención en los ambientes que la rodeen. A medida que se conozcan más casos, se harán más evidentes en las organizaciones y consigo la necesidad de crear políticas para acogerlas, sin perder de vista lo esencial: la persona.

 

Emilio Maldonado

Director ejecutivo

Fundación Iguales