Hace pocos días fue nombrada una mujer para formar parte del directorio de la Fundación Iguales. Con una historia que avala su convicción, esta mujer ha mantenido a lo largo de los años sus principios en torno a la lucha por la igualdad de derechos.

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Por Camilo Muñoz Arias

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Profesora, académica por 12 años en la UDP. Fue Directora de Carrera en Educación Básica, hoy es la Secretaría de Estudios de la Facultad de Educación. Docente del curso DDHH y Ciudadanía, madre de dos hijos. Su nombre es Pilar Muñoz y ahora forma parte del directorio de Fundación Iguales. Ella es, de alguna manera, la cara visible de un sector que ha sido constantemente invisibilizado por la sociedad: el de las mujeres.

Siempre tuvo claro que quería ser profesora. Era muy buena alumna y a ella le encantaba ayudar a sus compañeras, por lo que nunca dudó que en el futuro sería profesora. “El problema era que mi papá encontraba, como muchos otros papás, que siendo una estudiante de buenas notas podría estudiar otra cosa”, explica Pilar, señalando además que su papá creía que se había inscrito en medicina, pero ella finalmente decidió seguir su pasión.

“No me gusta ser autorreferente, pero siempre he tenido mucho compromiso social”, comenta Pilar. Durante su juventud participó de una serie de actividades de voluntariado y en la universidad aun más, especialmente en el tiempo de Allende donde fue activista permanente en el área de mujeres. “Trabajé en el Frente Patriótico de Mujeres, organización que se hizo cargo de la formación de mujeres… y era bastante chica”.

Después vino el 11 de septiembre y el golpe de estado y sus proyectos se vieron congelados (ver cuadro), pero nunca dejó de lado su compromiso con la mujer, la educación y los derechos humanos.

Ha participado en una serie de seminarios relacionados con los derechos humanos, la educación sexual y con el rol de la mujer. También colaboró con el Movilh para lanzar el manual de Educación Sexual. Si bien nunca había estado como voluntaria de manera expresa, sus aportes han sido valorados por las instituciones a las que ha servido.

Ingresó a la Fundación Iguales desde su inicio, donde fue parte de la Comisión de Educación. Sus motivaciones en torno a la diversidad son pilares fundamentales dentro de su pensamiento. “El derecho de todos a tener la vida digna que cada uno quiere y elige es un tema por el que he estado en la fundación”

Su rol como miembro del directorio

Aunque recién está comenzando a tantear terreno, Pilar cree férreamente en “una sociedad donde cada uno tenga derecho a expresarse como quiera y nadie tenga que callar nada”, por lo que su participación en la fundación emana desde sus principios.

De acuerdo a lo que ella plantea, la participación de las mujeres en este tipo de movimientos ha sido súper limitada. “Me parece pésimo que los llamemos ‘movimientos gay’, porque no somos solo gays”, señala Pilar. Incluso dice que el único momento que esta situación se arregla es cuando se habla de comunidad LGBTI (Lesbianas, Gays, Bisexuales, Transexuales e Intersexuales), donde por primera vez están las lesbianas primero.

Cuando le propusieron ser parte del directorio de Fundación Iguales aceptó iniciando con dos metas inmediatas. En primer lugar, ser invitada a las reuniones que las comisiones van teniendo, para ir conociendo más de cada uno de los voluntariados y de sus expectativas. La segunda condición era formar a los voluntarios sobre las leyes y situaciones que involucran tanto a la fundación como a la comunidad LGBTI. “Sería bueno que más voluntarios se fuesen haciendo visibles, no solo miembros del directorio. Cuando haya más participación de los voluntarios-activistas la Fundación será conocida en toda su amplitud.

Ya inició un recorrido para darse a conocer al interior de las comisiones, asegura que sus planes de acercar a los voluntarios y redescubrir el trato personal que cada uno se merece son parte fundamental de sus expectativas. “Conocer los intereses y motivaciones de cada voluntario es algo fundamental. En ese sentido, espero pronto poder conversar con cada comisión a fin de conocerlos personalmente”.

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Golpe de Estado y derechos humanos

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En agosto de 1973 había dado su examen de grado y estaba iniciando su práctica en un colegio de Puente Alto, sin dejar de lado su participación en el Frente Patriótico de Mujeres. “Vino el golpe de estado y no pude trabajar, porque inmediatamente allanaron mi casa y muy prontamente me detuvieron”.

Ella forma parte del archivo oral de la Villa Grimaldi, donde fue víctima de una serie de torturas. Más tarde estuvo detenida en la cárcel de mujeres y, alrededor de un año después, fue al exilio por cerca de una década.

“Salí en pésimas condiciones físicas y emocionales, entonces no podía hacer largos viajes”, comenta Pilar, “fue un período dolorosísimo”. A pesar de esto, reconoce que dentro de las malas condiciones en que estuvo, también tuvo momentos de alegría: “en momentos de miseria extrema, uno también encuentra algo de humanidad, eso hay que reconocerlo”.

“Tengo una tendencia de a las cosas negativas buscarles el lado positivo. No me quedo en lo malo, trabajo el dolor, pero me quedo en los espacios de mayor humanidad”.

Pasó por Argentina, Brasil, Italia, Francia y Argelia. Vivió en el límite entre Argelia y Marruecos trabajando en el Sahara, que fue, según ella, su mayor sanación “estás obligado a pensar sobre toda tu vida”. Después trató de volver a Chile, y no la dejaron entrar, así que debió irse a Perú durante un tiempo. “No recuerdo bien las fechas en que sucedieron esas cosas.

Finalmente volvió a Chile a principios de los ochenta y comenzó a trabajar como profesora de un colegio, donde más tarde fue directora.

Actualmente hace clases de Derechos Humanos, bajo la convicción que cuando no se educa a las personas en DD.HH, y las personas no son sensibles en el respeto al otro, considerando a cada uno como un sujeto de derechos, se repiten hechos como la dictadura militar. Afirma que con la formación en torno al respeto hacia uno mismo y hacia los demás, con un marco de derechos que respalden este respeto, evitará que situaciones como las del pasado vuelvan a suceder. “Lo que yo no quiero es que los que vivimos en ese tiempo, de un lado u otro, llenemos de historias los corazones y cabezas de las nuevas generaciones. Creo que ellos tienen el derecho a ir descubriendo por su cuenta desde la evidencia de lo que sucedió”.

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