Durante los últimos meses, y con mayor ímpetu en los últimos días, nuestra sociedad ha venido discutiendo acerca del derecho que tienen las personas transgénero a cambiar su nombre y sexo registral en sus documentos de identidad. Chile, gracias al proyecto de ley de identidad de género, el cual está siendo despachado por el Congreso, zanjará por fin esa disyuntiva: con el nuevo marco normativo, las personas trans sí tendrán derecho a vivir acorde a su identidad, al menos en lo que respecta a mayores de 18 años, sin necesidad de ser evaluados o escrutados por un tercero.

El avance legislativo por cierto otorga un reconocimiento al derecho a la identidad. Sin embargo, la puesta en práctica de la ley supondrá un cambio cultural para el cual debemos estar preparados. El sistema educativo deberá adaptarse para acoger e integrar a niños, niñas y adolescentes trans; lo mismo ocurrirá con los servicios de salud y cualquier tipo de atención por parte del Estado. Y el sector privado, ¿está preparado? Todo indica que no lo está.

En Chile, el 66% de las personas trans reconoce que es muy difícil encontrar empleo, según revela “Chile no sabe: primer estudio sobre diversidad sexual y trabajo dependiente”. Los trabajadores trans sostienen que las empresas se vuelven un territorio inconquistable cuando el reclutador detecta que quien postula no “coincide” con el documento de identidad. De ahí que el 90% de las personas trans que sí están insertos en el mundo laboral, prefieran no hablar sobre su identidad y actúen como personas cisgénero (aquellas con concordancia entre su identidad y su sexo biológico) para no ser despedidos. Un talento que permanece oculto.

En tiempos en que se discute la ley de identidad de género, ¿cómo pueden prepararse las empresas para la llegada de talento diverso, entre ellos, de personas trans? Con el cambio legislativo, se abrirán oportunidades para muchas personas, y las organizaciones deben crear espacios realmente inclusivos para atraer a este talento, hasta hoy postergado de los espacios de trabajo. Algunas compañías ya están adelantándose en la carrera por atraer más y mejor talento, estableciendo protocolos de transición de género para aquellos colaboradores que permanecen en ese “clóset” y otras, invirtiendo recursos –humanos y financieros– en la capacitación constante en materias de diversidad, para tener espacios realmente inclusivos.

Con el fin de evaluar los esfuerzos que están haciendo esas compañías y cómo la cultura empresarial chilena está transformándose y adaptándose para los nuevos talentos, Fundación Iguales y Human Rights Campaign (la mayor ONG de diversidad del mundo) aplicarán durante este segundo semestre en Chile el índice “Equidad CL”, instrumento que certificará a aquellos espacios acorde a su grado de inclusión con las personas LGBT (lesbianas, gays, bisexuales y trans). Para ello, se medirán tres pilares en la cultura de cada compañía: la existencia de políticas de diversidad e inclusión (D+I); la formación de grupos de afinidad orientados a los trabajadores LGBT como apoyo a la política D+I; y acciones públicas o de marketing dirigidas a las personas de la diversidad sexual.

Con ello, se pretende generar un ambiente nacional que promueva la búsqueda de nuevos talentos, hasta hoy invisibles, pero presente entre la comunidad LGBT.

Emilio Maldonado Q.

Director ejecutivo

Fundación Iguales

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