Compartimos esta carta al Director de Macarena Sáez y Verónica Undurraga, publicada en el diario La Tercera en el marco del noveno aniversario del Fallo Atala.
Hace ya nueve años la Corte Interamericana de Derechos Humanos dictó su sentencia en el caso Atala Riffo y niñas v. Chile, condenando al Estado por discriminar a Karen Atala en un fallo de la Corte Suprema que la privó de la tuición de sus hijas en razón de su orientación sexual. Fuimos testigos de cómo Karen volcó todo el amor que tenía por sus hijas en una generosa y valiente cruzada para que nunca más un tribunal de justicia, fallando a partir de prejuicios, usara la orientación sexual e identidad de género como inhabilidad parental, desatendiendo el principio de interés superior de niñas, niños y adolescentes.
La sentencia de la Corte Interamericana ha tenido un enorme impacto global, constituyéndose en un precedente que ha permitido a muchas personas de la diversidad sexual educar a sus hijos e hijas sin miedo y ver la igualdad como una meta posible. La Suprema Corte de Justicia de México y muchos tribunales en otros países después, justificaron sus sentencias en el fallo Atala para reconocer familias diversas, eliminar leyes discriminatorias y visibilizar la violencia basada en el prejuicio.
El ejemplo de Karen Atala ha dado aliento a las organizaciones de la sociedad civil en su incesante trabajo de incidencia y capacitación. Gracias al compromiso de muchas personas, se han aprobado normas importantes, entre ellas, la ley antidiscriminación, el acuerdo de unión civil y la ley de identidad de género, varias de las cuales ahora se busca perfeccionar. Los desafíos culturales y jurídicos pendientes siguen siendo muchos. El más importante es lograr una sociedad que abrace la diversidad como una buena noticia y erradique la violencia basada en el prejuicio en todas sus formas. En estos días fue asesinada Stefanía, de solo 19 años en un ataque lesbofóbico, las personas trans no tienen acceso igualitario a la salud ni al trabajo y aun son demasiadas las personas cuyas familias no son reconocidas legalmente.
El caso Atala fue el primero en su tipo ante el Sistema Interamericano de Derechos Humanos y derribó barreras que por décadas parecían infranqueables. El proceso constituyente es una oportunidad para consolidar como sociedad nuestro pleno compromiso por la igualdad desde el respeto a la diversidad y para eliminar las barreras pendientes que aun excluyen a tantas personas.
Macarena Sáez
Directora del Centro de Derechos Humanos
American University, Washington DC
Verónica Undurraga V.
Profesora de Derecho
Universidad Adolfo Ibáñez