El Lenguaje es una enseñanza transversal a todos los contenidos curriculares. Ya sea que se desee leer un enunciado de matemáticas o de ciencias, el idioma español estará presente y por consecuencia la importancia de dicha asignatura para hilar a las demás entorno a un aspecto que las hace converger: la comprensión de lo que se desea expresar en nuestro idioma. Como se ha dicho por ahí: “Las palabras sacan palabras” y también: “El lenguaje crea mundos”.

Al igual que con la asignatura de Lenguaje, disponer de una enseñanza en educación sexual también resulta transversal a todos los contenidos curriculares pues todos somos seres sexuados y sexuales. Ya sea que se deseen entablar amistades o relaciones más íntimas entre seres humanos, el comprender la sexualidad del otro y valorar la diversidad no solo es importante sino que estará siempre presente en cada interacción, conversación, consejo y comprensión de “lo que es el otro” y “lo que soy yo”. ¡Pura y sana empatía! La evaluación actitudinal en temas como este es perfectamente transversal al currículum.

En la actualidad, el currículum nacional (a través de diversas asignaturas temáticas) se hace cargo de la diversidad de credos, religiones, etnias y del modo de pensar, pero se extraña la presencia aún de una consistente enseñanza que incluya la Diversidad Sexual. No es asunto de sencillamente cargarle la mano a una asignatura u otra: biología ya se hace cargo de la educación anatómica y fisiológica sobre los aparatos reproductores, las diferencias sexuales y genitales, así como de tratar diversas asociaciones a eventos y casos de la medicina reproductiva y sexual de nuestra especie; pero lamentablemente se le han cortado los brazos y la lengua a los libros y profesores de biología, pues las casas editoriales así como las visiones de algunos sostenedores, congregaciones y directivos de muchos colegios y liceos suelen cercenar todo aspecto de la sexualidad que se extienda a una comprensión más global u holística del tema donde no sólo se hable de lo físico y biológico, sino que se han dejado fuera los aspectos psico-biológicos, afectivos y de cómo la ciencia entiende y explica la diversidad sexual desde una mirada racional, objetiva y adecuada a nuestros tiempos.

Asimismo, cuando uno comprende que hay otros elementos transversales al currículum escolar como la enseñanza del deber cívico, las responsabilidades sociales en derechos y deberes como seres humanos y también la educación sexual. No es necesario ya –a estas alturas– argumentar el por qué destacarlas siendo que diversos estudios así lo han sostenido desde hace ya muchos años. ¿¡Qué sería de nosotros si no nos enseñasen nuestros derechos!? Los estudios e investigaciones demuestran que incluir de manera explícita la temática LGBTI en el currículum o documentos de formación permite que los estudiantes se asuman de mejor formar, se propicie el respeto, se sientan seguros y se visualice el tema.

Por citar un ejemplo: está descrito incluso evolutivamente como se explica la homosexualidad en las diversas especies que la presentan y cuál es su utilidad (¡Sí! Pues –aunque a algunos les cuesta aceptarlo– es perfectamente natural y ¡hasta tiene utilidad evolutiva!). Tal vez la inquietud sería: ¿Qué (o quién) priva a los profesores de biología de informarse e informar al respecto y difundir esta información a sus estudiantes como un nexo entre los temas de Evolución Humana, agregándolo a dicha unidad? ¿Qué priva a un profesor de Historia a hablar sobre la existencia y registro de los grupos LGBTI en otras culturas y tiempos pasados? ¿Qué priva a un profesor de Educación Física a enseñar sobre el respeto de sus alumnos entre sí, sobre todo con aquellos que son diferentes?

Por razones obvias no podríamos cargarle esta importante labor a subsectores como el de Religión, pues no habría consenso ni base racional alguna y, de hecho, basta con recordar que los malestares originales y el actual curso del debate nacional debe sus peores expresiones de homofobia justamente a frases que emanan de libros y personas que pretenden ser “guías” de la expresión teológica y religiosa de una u otra comunidad. Bastaría con citar el recién pasado Te Deum y las horrorosas manifestaciones de desinformación, no-actualización, satanización y patologización injustificada de la diversidad sexual en boca de importantes exponentes de corrientes religiosas populares.

No es mi afán lanzar dardos teledirigidos hacia ciertos grupos, pero cuando en libros oficiales de biología que están disponibles en TODOS los colegios del país aún se sostienen cosas como que la Abstinencia es un método válido, que el Condón no debería usarse por su porcentaje de falla y que la Homosexualidad es una anomalía o trastorno de la identidad… pues me queda claro por qué muchos profesores han perdido las ganas de luchar contra tales estereotipos que se han mantenido desde el Medioevo.

Ya ha ocurrido en otros lugares del mundo (Texas, EE.UU; precisamente) que han revocado la licencia de profesores de biología por enseñar la Teoría de la Evolución y no considerar al Creacionismo como otra “teoría válida”. Me imagino a cuántos profesores despedirían si, aún siendo expertos en el tema y teniendo autoridad y razón en él, dijesen que la homosexualidad es natural y que está justificada por la evolución incluso (como de hecho lo es). ¿Les harían lo mismo a profesores de Historia y Geografía si no enseñaran como una teoría plausible que la Tierra es plana también? ¿Podrían echar a algún profesor-médico de alguna Facultad de Medicina de alguna Universidad si este enseñara una teoría distinta a la de la cigüeña para explicar cómo nacen los hijos?

Estas mismas facciones más conservadoras son las que dan las directrices no sólo a nivel de los libros o del currículum escolar de nuestro país, sino que además son las que persiguen a buenos profesores que por sólo establecer un estado de conciencia más amplio en sus estudiantes son tachados de “incitadores al libertinaje sexual” y hasta de “pervertir” a los adolescentes con tales enseñanzas.

La pregunta está resuelta: la ausencia de la Diversidad Sexual en el currículum se debe a la desinformación sumada a los grupos de presión más conservadores que no se atreven de conversar estos temas ni con sus hijos y menos quieren que ellos estén “expuestos” en sus colegios a revelaciones racionales y con amplio respaldo científico.

¿Y la solución? Incorporar las temáticas LGBTI al currículum de forma transversal. Si en todos los subsectores se ayudase a visibilizar, atender inquietudes, resolver mitos y aproximarse mediante la empatía al dolor que muchas veces acompaña a las personas que son más discriminadas por su grupo de pares, las futuras generaciones habrán abolido estas insensatas formas de discriminación y bullying, ya que comúnmente se basan en el desconocimiento y las fobias.

Por último, al reconocer esto mismo como una evaluación actitudinal que –como docentes– deberíamos aumentar en su valor cuando se evidencia que nuestros estudiantes han comprendido la importancia de entender y respetar la diversidad como una fuente de riqueza en vez de temor es importantísimo.

¡Que así sea! Pues el currículum escolar debe entrelazar y enaltecer los valores ciudadanos del respeto y la no-discriminación, propios del desarrollo de nuestros niños, niñas y jóvenes; dando curso a una enseñanza-aprendizaje más realista, que valore la inclusión de la Diversidad Sexual que debiese existir en cualquier aula del país.

 

Pablo Durán. Comisión de Educación