Cuando nos preguntamos respecto a la existencia de un “gen gay”, o cuando conversamos o discutimos las diferencias e influencias entre lo ambiental y lo conductual, o bien, las relaciones entre el ambiente, lo genético y su impacto en la identidad u orientación sexual de una persona, es necesario que analicemos, antes o después, la procedencia de ese razonamiento dicotómico.
Diferentes disciplinas, han intentado abordar, el otrora «problema» de la orientación sexual hacia personas del mismo sexo. Un “problema” que en realidad surge ante la noción de que en el ámbito del saber y la filosofía las diferencias son “realidades” existentes. Luego, para el estudio de las «diferencias»; éstas son exploradas anteponiendo lo externo a lo interno , y más aún, se prescinde de la posibilidad de que esas diferencias sean creadas por los seres humanos.
Estas miradas responden una visión occidental basada en un paradigma teocéntrico que separa a las personas del ambiente, del entorno y no las considera como parte del mismo, a diferencia de otras formas de pensar como las filosofías orientales que hacen al ser humano uno con su ambiente.
Entonces, cuando una persona se pregunta si la causa de la homosexualidad es genética o es ambiental, o bien cuál es el peso de lo genético y cuál es el peso de lo ambiental en la identidad sexual, o cuáles son las variables ambientales, o cuáles la carga genética que influye en el comportamiento homosexual, quien se hace estas preguntas debe tener en cuenta que ellas son preguntas que han intentado responderse desde esta diferencia entre lo externo y lo interno.
Desde esta perspectiva, las respuestas que solemos observar por lo general miran desde una perspectiva reduccionista, que intenta aterrizar o identificar en “las” partes un comportamiento tremendamente complejo y que para ser estudiado requiere una mirada más compleja.
De todos modos, en este artículo seguiremos una lógica reduccionista, es decir, reduciremos al mínimo posible las respuestas sobre “la homosexualidad” desde una mirada biológica –y desde lo que se ha entendido “lo interno”-. Para ello, revisaremos algunas investigaciones que fueron publicadas en el libro: “Sobre la homosexualidad” de Zegers, Larraín y Bustamante (2007).
El objetivo de este artículo, es reflexionar respecto a los alcances de la ciencia para dar cuenta de aspectos tan complejos en el ser humano como la orientación sexual.
¿Una biología de la homosexualidad?
Una de las primeras preguntas que surge es acaso la orientación sexual es primeramente el resultado de experiencias sociales o el resultado de factores biológicos (neurológicos, endocrinos, anatómicos, fisiológicos y/o genéticos), o bien el resultado de una relación entre ambos.
En otras palabras: ¿Biología o/y Sociedad?; ¿existe una biología de la homosexualidad?; ¿Existen evidencias científicas sobre las causas de la homosexualidad o las que un día se consideraron “evidencias” eran, a la postre, sólo prejuicios?
La biología es la ciencia que estudia a los seres vivos o a la vida misma. Aunque esta mirada actualmente tiene una perspectiva interdisciplinar (referencia) en otros tiempos se comprendía de manera aislada; lo cual se correspondía con la tradición en nuestra cultura de intentar comprender los fenómenos de manera aislada.
Esta mirada, como dijimos, responde a un paradigma teocéntrico occidental. Dos ejemplos de ella son la triada: Dios-hombre-mundo, en donde cada aspecto se encuentra separado del otro, pero relacionados entre sí de manera arbitraria (Iwama, 2006) y otras dicotomías como lo externo e interno; la teoría-práctica; etéreo-terrenal, etc.(Dewey, 1955)
Veamos a continuación algunos intentos de la ciencia biológica por abarcar la homosexualidad:
Las Hormonas
Algunos estudios centrados en las influencias neurohormonales consideraron que la acción de andrógenos durante la gestación en forma atípica (Ellis & Ames, 1987) podría “generar un comportamiento homosexual”. Se realizaron experimentos en ratas (Phoenix, Goy, Gerall, & Young, 1959) que mostraron efectos de la testosterona sobre tejido neuronal (algo así como una “acción masculinizante”), lo que se traduciría en la modificación de la conducta de acoplamiento en ratas. Sin embargo, los resultados de este estudio no son válidos para el ser humano en primer lugar porque no es posible extrapolar la conducta de ratas a las de seres humanos y en segundo, porque las ratas aumentaron su comportamiento de acoplamiento sin discriminar el sexo de su compañera/o. Lo encontrado es que la manipulación experimental del andrógeno influye en magnitud de la libido, no en la orientación sexual. Por último, las ratas terminaron con alteraciones genitales (Zegers, Larraín, & Bustamante, 2007).
Siguiendo con este tipo de investigaciones, se realizaron estudios en humanos que son básicamente de dos tipos:
a) Comparación de niveles hormonales entre población homosexual (hombres y mujeres) con grupos control.
b) Estudios donde se intenta relacionar los efectos de la crianza parental con los niveles hormonales.
Sobre el primero Meyer-Bahlburg (1984) no descubrió ninguna diferencia entre en los niveles de estrógeno circulantes entre hombres homosexuales y heterosexuales.
En mujeres, nada definido: un estudio señala que hay diferencias entre mujeres: las homosexuales tendrían mayores niveles de testosterona que las heterosexuales(Mustanski, Chivers, & Bailey, A critical review of recent biological research on human sexual orientation, 2002). Sin embargo, otro estudio del mismo equipo demostró luego que no existe esta diferencia(Mustanski, Dupree, Bocklandt, & Schork, 2005)
Con respecto al segundo tipo de estudios, existen ejemplos de personas de un sexo que han sido reasignadas, como por ejemplo casos de ablatiopenis (remoción del pene que se ha realizado cuando existen accidentes en la circuncisión); casos de extrofia cloacal (trastorno en la embriogénesis que causa baja diferenciación genital). En estos casos hombres reasignados a mujeres, se sienten atraídos por mujeres, a pesar de ser criados como mujeres.
Otros estudios, en personas intersexuales, señalan la relevancia de los andrógenos durante el período prenatal y su relación con la atracción hacia las mujeres. Pero, las respuestas sociales frente a estas situaciones no son consistentes; por ejemplo, algunas personas intersexuales mantienen una evitación respecto a la exploración sexual (Money, Schwartz, & Lewis, 1984).
Otro tipo de estudios, dirigieron su atención a las instancias previas al nacimiento. Sólo se llegó a una conclusión: las personas homosexuales no tienen condiciones endocrinas anormales.
En conclusión, nada indica que las hormonas tengan una relación directa con la orientación sexual.
El estrés prenatal
Continuando con las ratas, un estudio buscó demostrar que el estrés materno feminiza la conducta sexual de la progenie macho de la rata (Ward, 1972) a través de un retardo en el alza de testosterona.
Sin embargo, producto de estrés, se observó una baja generalizada de todas las hormonas además de la disminución del desarrollo cerebral.
Un estudio en seres humanos (Doner, Schmiedel, & Ahrens, 1983) consistió en preguntarle a 100 hombres heterosexuales y 100 hombres homosexuales acerca de eventos estresantes que podrían haber ocurrido durante el embarazo de sus madres. En este estudio se encontró una diferencia marginal en el grupo de hombres homosexuales.Otro estudio en 7.500 hijos y sus madres, buscó información retrospectiva respecto de eventos estresantes y orientación sexual de los hijos; además se evaluó el uso de nicotina y alcohol. Este estudio concluyó que: el estrés prenatal tendría efecto en la homosexualidad; el alcohol no tendría efecto alguno; y la nicotina incrementaría el lesbianismo.
Sin embargo, todos estos estudios han sido deslegitimados por su metodología, no han sido replicados y en ellos se realizan asociaciones basadas en juicios de valor.
Además, ¿De dónde surge la idea de preguntarse acaso el estrés, o las conductas nocivas se vinculan con la orientación sexual? En la base de esta preguntaestá la convicción de que la homosexualidad sería “anormal”.
Marcadores neuropsíquicos de la asimetría cerebral funcional
Asimetría cerebral funcional es la división de labores de ambos hemisferios para el procesamiento del lenguaje y de las habilidades espaciales. Existirían algunas diferencias marginales entre hombres y mujeres.
Los estudios respecto a la homosexualidad, no muestran diferencias en la distribución de las funciones de los hemisferios cerebrales al compararlos con heterosexuales (Zucker & Bradley, 1995). Nuevamente nos debemos preguntar, ¿por qué se plantea en la mente de los investigadores la idea de que las funciones cerebrales de las personas homosexuales podrían ser diferentes?
Neuroanatomía
Existe una teoría que sugierela existencia de regiones cerebrales específicas a cargo de conductas sexuales (Zegers, Larraín, & Bustamante, 2007). Estudios en animales demostrarían que la región media preóptica hipotalámica anterior regularía la conducta sexual “tipicamente masculina”; y el núcleo ventromedial la “conducta sexual femenina”.
Actualmente, solo existe evidencia de diferencias entre hombres y mujeres en el área hipotalámica (en otras áreas del cerebro hay contradicciones).
Para comprobar la teoría: se midieron zonas del cerebro de 19 hombres muertos de SIDA (supuestamente homosexuales) y las de 16 hombres y 6 mujeres “presuntamente heterosexuales”(LeVay, 1991). El resultado: no hay diferencias…
Este estudio tiene los siguientes problemas: hubo selección de las zonas cerebrales estudiadas (del hipotálamo); los resultados no fueron evaluados por evaluadores diferentes a los autores; no existen réplicas de estos estudios y no se tuvo la precaución de evaluar los efectos del VIH en el cerebro y del SIDA en los niveles hormonales.
Ningún estudio de sobre neuroanatomía incluyó a mujeres lesbianas. Y otro de los principales problemas, es el prejuicio: relación SIDA=Hombres homosexuales.
Las emisiones otoacústicas y potenciales evocados
Son ondas emitidas por el oído interno en respuesta a sonidos breves.Muestran diferencias individuales, son altamente heredables y estables en el tiempo.
Existe evidencia de diferencia entre sexos. Se ha involucrado a los estrógenos (McFadden & Pasanen, 1998) en las diferencias entre los sexos, sin embargo, las personas homosexuales no muestran diferencias con las heterosexuales.
Antropometría
Se ha estudiado la relación de la proporción entre el dedo índice y el dedo anular y se ha encontrado diferencias marginales entre hombres y mujeres Hay evidencia de diferencias en hombres y mujeres homosexuales, pero cuando se agruparon por étnicas, se demostró que no hay diferencias (Mustanski, Chivers, & Bailey, 2002)
Hay también estudios sobre orientación sexual y huellas dactilares, altura, peso y razón cintura:cadera, Esos estudios presentan problemas metodológicos (ibíd.). Es interesante que los investigadores parten de la hipótesis (prejuicio) de que las personas homosexuales tendrían un cuerpo diferente.
Respecto a la pubertad y la orientación sexual, estudios retrospectivos y que usan índices físicos y de conducta, han mostrado que los hombres homosexuales alcanzarían la pubertad antes que los heterosexuales; por otro lado, no se han encontrado diferencias en mujeres (ibíd.).
También se ha planteado que habría una diferencia del tamaño del pene entre hombres hetero y homosexuales; los hombres homosexuales tendrían el pene más largo y más grueso que los heterosexuales (ibíd.). Sin embargo, ninguno de estos estudios se ha replicado.
Las influencias genéticas
En esta materia el comienzo de los estudios se remonta a los años 30’, cuando se pensaba que los hombres homosexuales eran genéticamente mujeres (Lang, 1940).
Desde entonces diversos estudios han tratado de identificar factores genéticos y epigenéticos que pudieran ser los determinantes de la orientación e identidad sexuales de los seres humanos. Los resultados han sido contradictorios y no determinantes.
El capítulo de la influencia de la genética y la influencia del entorno ambiental y biográfico de las personas en su determinación de la orientación sexual, por su significación, será objeto de una próxima publicación de la Comisión de Ciencias de Fundación =Iguales.
Conclusiones
A partir de los resultados de la investigación científica y la evidencia acumulada, no se ha hallado correlato entre la biología y la orientación sexual. Los estudios no permiten concluir nada.
Desde otra perspectiva podríamos pensar que ¡tal vez no hay nada que valga la pena concluir! El origen de estos estudios se basa en asumir que la orientación sexual es una variable que puede ser identificada y aislada, teoría reduccionista que quizás por ello ha fracasado en sus empeños.
En el sustrato profundo del acercamiento científico parece palpitar la idea de que «la» naturaleza humana, sería definida en función de sus fines, de su utilidad para la sociedad, y en ese sentido, en pensar que «lo genético» y «lo ambiental» funcionan como categorías aislables que podrían dar cuenta de la conformación del ser humano. Sin embargo, la complejidad que nos conforma como personas.es tal que este enfoque en ningún caso puede dar respuestas absolutas.
La orientación sexual, tanto de heterosexuales, como homosexual, resulta de procesos tremendamente complejos que no pueden ser reducidos a ciertas variables. Cuando se habla de orientación sexual, el discurso implica una perspectiva de construcción en la que es imposible eliminar los valores de la sociedad en su edificación. Se entiende que la orientación sexual no se elige, lo que se elige es la práctica sexual. La práctica es entonces la que conduce a la aparición del juicio moral.
¿Y la heterosexualidad?; preguntarse “qué es lo que genera la heterosexualidad”, es un tema poco abordado porque se asume como “la normalidad”. Se asume que existe una relación directa entre “procreación y orientación sexual”, y para esta orientación, por ende, no se cuestionan los sesgos religiosos/culturales al respecto.
En fin, podemos preguntarnos ¿Qué sentido tiene descubrir de una vez por todas cómo se gesta y produce la homosexualidad? ¿No se parece esta pregunta a otras como: ¿Por qué estamos aquí?, ¿cuál es el origen de la vida?, o ¿por qué habitamos el planeta? ¿Puede la biología por sí sola puede responder estas preguntas?
¿Podemos nosotros responder estas preguntas?
El tema de fondo es finalmente: qué concepto tenemos de persona humana y qué valor inmanente y/o trascendente creemos que tiene.
Rodolfo Morrison Jara
D(c) y Máster en Lógica y Filosofía de la Ciencia
Académico Escuela de Terapia Ocupacional
Facultad de Medicina Universidad de Chile
Bibliografía
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