Señor director:


La ministra Isabel Plá anunció que retomará los esfuerzos por introducir en nuestro ordenamiento una normativa que castigue la violencia en parejas que no conviven. La urgencia anunciada al proyecto, que incluye la tipificación de violencia en el contexto del pololeo, se sustenta en una estadística macabra: más de un cuarto de las mujeres de entre 15 y 25 años han sufrido algún tipo de violencia.
Debemos comenzar una reflexión que resulta cada vez más urgente: la base para terminar la violencia debe ser educación, prevención, el rechazo transversal a todas las formas en que a las mujeres se nos violenta y empequeñece. Una sociedad que modula sus acciones en base al castigo, no erradica la violencia. Por eso es importante que esta sea una conversación que se instale en la calle, en las familias, en las escuelas, en las empresas y en el propio ministerio que lidera Plá. Debe ser un diálogo en que los hombres le pierdan el miedo a la palabra feminismo y que, por su puesto, incluya a mujeres lesbianas, bisexuales y trans (LBT). Así, tanto las estadísticas como las campañas que formule esta cartera deben efectuarse entendiendo que la exclusión de esta población perpetúa una triple discriminación, un círculo vicioso de violencia: ser LBT, ser víctima de violencia y no estar contemplada en los sistemas de apoyo que brinda el Estado.
La reactivación del proyecto de ley es una buena señal pero tal como sucede con la ley antidiscriminación, instaurar solo una fórmula de castigo difícilmente prevendrá el delito.

Isabel Amor
Directora de Educación Fundación Iguales

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