Señor director,

 

El senador Felipe Kast señaló que estaba orgulloso de que el Gobierno “impulsara” la adopción homoparental, y que, a todas luces, el proyecto “no era discriminatorio”.

Nosotros discrepamos severamente de esta afirmación: el proyecto de ley impide a las parejas del mismo sexo iniciar un proceso de adopción, como también lo han señalado la Asociación de Jueces de Familia y académicos de distintas universidades. Esto no se establece a través de una exclusión expresa, sino mediante los requisitos para obtener el certificado que inicia el procedimiento, y que da cuenta de las “condiciones generales” para la adopción de un niño. Entre ellas, establece que se debe evaluar, especialmente y solo en el caso de las parejas, “la existencia de un ambiente familiar donde se pueda ejercer adecuadamente el rol de padre y madre”.

Ante esto cabe preguntarse: ¿Cómo una pareja del mismo sexo puede acreditar la existencia de esos roles dentro de su familia? ¿Qué se entiende como “rol de padre” y “rol de madre”, si hoy la legislación no establece diferencias entre ambos para el ejercicio del cuidado personal, de la obligación de alimentos o de la patria potestad? Si el derecho no distingue, ¿Se refiere a roles basados en estereotipos de género o solo al sexo de los miembros de la pareja?

Si esta disposición no buscara discriminar directamente a las familias por su composición, ¿Entonces por qué la existencia de estos roles es indiferente si busca adoptar un soltero, pero un requisito cuando busca adoptar una pareja?

Sin dudas, este proyecto privilegia la composición de las familias por sobre su idoneidad para recibir a un niño, y eso es todo lo contrario a poner a los niños primero en la fila.

 

Juan Enrique Pi

Presidente ejecutivo Fundación Iguales

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