El domingo 27 de diciembre, se cumplirá un año de la entrada en vigencia de la Ley de Identidad de Género, que reconoce el derecho a la identidad y asegura a las personas trans la libre adecuación de sus documentos de identificación, independiente de su sexo biológico. Desde la implementación de esta normativa, más de 2.200 personas han modificado su nombre y sexo registral en el servicio público pertinente, marcando un hito reivindicatorio de los derechos de este segmento de la población, históricamente discriminado.
Así mismo, la Ley 21.120 ha impulsado la reflexión y el accionar de otros agentes de la sociedad igualmente responsables de la construcción de sociedades más diversas e inclusivas. En noviembre de este año, la Dirección Nacional del Trabajo emitió un pronunciamiento jurídico, luego que Fundación Iguales y Pride Connection solicitarán a este organismo establecer ciertas definiciones para la correcta implementación de la Ley de Identidad de Género al interior de los espacios laborales, de tal manera de resguardar allí la integridad de las personas trans y el respeto a sus derechos.
En este contexto, es pertinente preguntarse qué están haciendo las empresas en nuestro país para integrar a la comunidad LGBTI+ y particularmente al talento trans. Lo cierto es que muchas iniciativas privadas, entendiendo que son un real motor de cambio en la sociedad, están trabajando hace varios años en la generación de entornos de trabajo inclusivos y seguros, gestando políticas corporativas pro diversidad que trascienden el contexto laboral y favorecen aspectos sociales de los colaboradores LGBTI+.
Sin embargo, y hasta recién el año pasado, la mayoría de las iniciativas habían estado focalizadas en todos los grupos, menos en el talento trans. Ha sido con la entrada en vigencia de esta normativa que la cancha comienza a emparejarse para todos: según la última medición de Pride Connection realizada a las compañías que integran esta red, el 84% de estas organizaciones permite a sus colaboradores gays o lesbianas adherir como carga del plan de salud u otros beneficios a parejas del mismo sexo o a sus hijos; pero apenas un 16% entrega beneficios de salud o de otro tipo a sus colaboradores trans.
De ahí que el desafío siga siendo mayúsculo. Fuera de las empresas que integran Pride Connection, el 66% de los trabajadores trans asegura que aún es muy difícil conseguir trabajo y el 90% afirma esconder su identidad a sus jefes para evitar ser desvinculados.
Afortunadamente Chile está cambiando y los nuevos marcos regulatorios incidirán para que cada vez más empresas, como agentes sociales activos y dinámicos, se adecúen prontamente al nuevo escenario, redefiniendo ciertos protocolos y modificando la infraestructura, los contratos laborales y las identificaciones personales de las y los trabajadores trans para que estos puedan ser auténticos en un ámbito tan importante como es el espacio laboral.
También para que se sumen a iniciativas que permiten medir y certificar sus políticas inclusivas y diversas, como la certificación Equidad CL, abierta hasta fines de enero para todas las compañías, y que apunta a identificar aquellos aspectos desatendidos y mejorarlos, a objeto de garantizar espacios laborales libres de discriminación, de cara al nuevo futuro que entre todos estamos construyendo.