“…Los jueces deberían tener la habilidad de ver los hechos desde el punto de vista de las partes en un litigio. Pero gente de todos los orígenes, clases y orientaciones concurre a la justicia. Entonces ¿cómo podría un juez cualquiera entender las perspectivas de todos ellos?…”
¿Tienen los jueces la experiencia de vida necesaria para ver las cosas desde un punto de vista que abarque a todas las personas que acuden ante ellos? Si la respuesta es negativa ¿pueden juzgar apropiadamente? Los filósofos Emmanuel Kant y Hannah Arendt desarrollaron una teoría del juicio que nos ayuda a resolver estas preguntas.
Según Kant y Arendt, los seres humanos tienen una capacidad especial para juzgar. Juzgamos si una película es buena, si una política pública es sabia, si un político tiene buen carácter, o cuál es la correcta interpretación de una ley. Necesitamos hacer juicios todo el tiempo. Pero juzgar es algo distinto de simplemente tener una opinión sobre algo. Uno realmente juzga cuando ejerce la capacidad de “apertura y ampliación de la mente”: la capacidad de ponerse en los zapatos del otro.
Ejercer esta capacidad, tomando en cuenta las perspectivas de los demás al juzgar, es lo que diferencia un juicio de una mera opinión. Tenemos derecho a tener una opinión personal que no tome en cuenta las perspectivas de los otros, pero para Arendt, tales opiniones no tienen validez en el ámbito público. Así, los miembros de la judicatura debieran ejercer el poder de juzgar ejercitando la capacidad de “apertura y ampliación de la mente”. Y, como ciudadanos cuando deliberamos sobre políticas públicas, deberíamos ejercitar nuestra capacidad de “apertura y ampliación de la mente”; deberíamos tratar de ver las cosas desde el punto de vista de los demás; deberíamos preguntar cómo juzgaríamos si estuviéramos en la posición del otro.
Al considerar la perspectiva del otro cuando juzgamos, podemos superar las inevitables limitaciones de nuestra propia experiencia y reexaminar nuestras presunciones, reconocer nuestras imparcialidades y, en último término, llegar a nuevas comprensiones. Podemos liberarnos para tener una mirada fresca, que no esté atada a nuestra forma habitual de pensar o a nuestros prejuicios y estereotipos. Cultivar esta capacidad de ver las cosas desde otras perspectivas es crucial para el acto de juzgar y, a la vez, juzgar es crucial para tener políticas democráticas.
El interés de Arendt estaba en los juicios que se realizan dentro de la política, pero a mí también me interesan los juicios relativos al derecho. La mayoría de la doctrina reconoce hoy que la ley requiere siempre ser interpretada, y a su vez siempre se requiere emitir juicios sobre cómo aplicar la norma al caso particular. Esto es clarísimo en materias constitucionales: ¿qué es lo que realmente significan equidad, libertad de expresión o libertad de credo? ¿Y cómo sabemos si una norma legal infringe esos derechos? Como toda ley conlleva tales juicios, la teoría que proponemos es importante para toda la esfera legal y es particularmente importante cuando tomamos en serio la pregunta sobre qué es lo que permite que las personas consideren las perspectivas de los demás.
Arendt hizo una afirmación sorprendente acerca de que los juicios sólo son válidos para aquellos cuyos puntos de vista hemos tomado en cuenta. ¿Qué significaría aquello en un tribunal? En principio, significa que los jueces deberían tener la habilidad de ver los hechos desde el punto de vista de las partes en un litigio. Pero gente de todos los orígenes, clases y orientaciones concurre a la justicia. Entonces ¿cómo podría un juez cualquiera entender las perspectivas de todos ellos?
Aquí es importante observar que para tomar en cuenta la perspectiva de otro, no basta solo la imaginación. Por defecto, las personas están programadas para privilegiar sus propios puntos de vista sobre los de los demás. Por ejemplo, una encuesta en Estados Unidos mostró que hay gente que dice que preferiría estar muerta que ser ciega, asumiendo que la gente con ceguera sentiría de la misma manera. Pero obviamente, los no videntes por lo general no lo sienten así.
Una de las formas más importantes de aprender lo necesario para ponernos en los zapatos de aquellos muy diferentes a nosotros es llegar a conocer a una amplia variedad de personas. Y ello es especialmente importante en el caso de los jueces.
Por eso, la diversidad debiera ser una condición desde el inicio de los estudios de derecho. Y no sólo porque habrá jueces de distintos orígenes, sino porque tendrán años conversando y debatiendo, tratando de entender las perspectivas de aquellos con quienes no concuerdan o de aquellos que tienen puntos de vista diametralmente opuestos. Los jueces que provienen de una educación así estarán bien habilitados para tomar las perspectivas de la variedad de personas que se presenten ante ellos. Fomentar la comprensión de una mentalidad amplia para permitir juicios acertados también resuelve el problema de qué significa una “judicatura representativa”.
Por supuesto, ello no puede significar que cada persona que acude a un tribunal conseguirá un juez que tenga experiencias similares de primera mano; eso sería imposible, incluso con una judicatura idealmente diversa. Pero lo que una educación diversa implica es que la gente puede contar con un juez que tenga larga experiencia tomando las distintas perspectivas de sus colegas. Esos jueces sabrán que, en definitiva, siempre deberán formar sus propios juicios, pero si ellos no están sustentados por las perspectivas relevantes de otros, en realidad serán meras opiniones privadas con ninguna validez en el ámbito público. Afortunadamente, los seres humanos tenemos la capacidad de hacerlo, pero necesitamos instituciones que fomenten la diversidad para permitir que esta capacidad prospere.
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Jennifer Nedelsky es licenciada de la Universidad de Rochester, USA (1970); magíster de la Universidad de Chicago (1974); y Doctora (Ph.D) por ese mismo plantel (1977). Luego fue becaria en la U. de Dalhousie, Canadá, y dio clases en Princeton y en la U. de Chicago.
En la actualidad dicta cursos en la Universidad de Toronto, Canadá, sobre “Teoría Feminista”, “Enjuiciamiento”, “Mujeres en el Pensamiento Político Occidental”, y “Derecho Administrativo”.
Sus áreas de investigación son la Teoría Feminista, Teoría General del Derecho, Historia Constitucional de Norteamérica, Interpretación Constitucional y Derecho Constitucional Comparado.
Nedelsky estuvo en Chile el 5 de marzo, en la escuela de Derecho de la Universidad de Concepción, en una visita de cooperación internacional que se enmarca en el Proyecto Fondecyt Iniciación dirigido por la profesora Amaya Álvez M.
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Fuente: El Mercurio Legal