Tod@s Junt@s es un libro que celebra la creatividad y la vida de los niños y las niñas: sus talentos, sueños y deseos, la diversidad de maneras con que hombres y mujeres se consagran al cuidado de sus semejantes. Es, también, la historia de miles de niñas y niños que nos sorprenden día a día con sus ocurrencias e inventos, con su entusiasmo y ganas de que nosotros, l@s adultos, l@s acompañemos en sus propios proyectos y desafíos.
Lo dice Vinka al inicio: basta con que, al menos, una persona adulta los cuide y acompañe; que al menos un@ los desafíe a recorrer sus propios límites, descubrir sus intereses y reconocer lo que les gusta y lo que no; que al menos un@ presente como posibles una serie infinita de posibilidades que cada cual tendrá que explorar para crear sus propios proyectos. Cada una de las historias que descubrimos en el libro son testimonio de este principio, del cuidado y la confianza, de la perseverancia y la convicción de quienes siempre contaron con alguien que creyó en ell@s, que animó sus búsquedas y orientó en la concreción de sus metas.
La diversidad es uno de los elementos clave en este libro. Diversidad comprendida en sus múltiples posibilidades: niñas y niños de distintas culturas y realidades, liderando proyectos que jamás imaginé que podían ser emprendidos por niñ@s tan pequeñ@s. Ciencia, educación, deportes, terrenos, todos, ocupados indistintamente por niñas y niños. Lo tradicional, lo típico y esperable queda de lado y ensancha sus límites estrechos para conocer historias fascinantes que permiten que tod@s l@s niñ@s se sientan identificad@s.
No existen actividades de niños y/o de niñas: la creatividad y los talentos no tienen género, son de tod@s, forman parte del patrimonio que compartimos como especie, nos excede en sus posibilidades, nos sorprende y desafía constantemente.
Están las historias de Omayra Toro y Naomi Estay, jóvenes científicas de nuestro país que descubrieron su pasión por las ciencias y el cuidado del medio ambiente; la de Mala Yousafzai y su lucha por lograr que la educación sea un derecho para todas las niñas del mundo, especialmente en países donde las mujeres no pueden estudiar, ni tampoco disfrutar de los derechos que sí tienen muchos hombres; las niñas skaters de Afganistán y su testimonio fuera de los márgenes en los que viven muchas niñas afganas que, con apenas diez años, ya están casadas o de novias, lejos de los juguetes y los estudios.
Las historias de Jayden Sink, Travis Price y David Sheperd son las que, personalmente, más disfruté. Jayden es una niña estadounidense de cinco años que se propuso vender limonada en un kiosco para apoyar a niños que sufren bullying en sus colegios por el solo hecho de ser distintos, por vivir con familias distintas a las de la mayoría, algunas de ellas compuestas por dos mamás, dos papás, abuelos o hermanos grandes que cuidan de los más pequeños. Para Jayden, no existen familias mejores o peores: todas son distintas y merecen el mismo respeto.
Cerca de su país, en Canadá, están Travis y David, quienes, al igual que Jayden, se unieron para combatir el bullying y los malos tratos al interior de su colegio. Todo comenzó cuando un compañero nuevo llegó a clases usando una polera rosada y terminó siendo agredido por su curso por el hecho de vestirse de un color que es típicamente de mujeres. Travis y David se conmovieron muchísimo por la injusticia vivida por su compañero, decidieron sumar sus mesadas y comprar todas las poleras rosadas que les alcanzara. La idea era que tod@s las usaran en señal de apoyo al compañero nuevo, invitando a que el resto dejara de molestar a quienes prefieren colores, juegos y actividades que son distintos a lo que se supone hacen los hombres o las mujeres. Tod@s somos distintos, no hay que avergonzarnos de ser quienes somos. Jayden, Travis y David lo tienen claro. Así como ellos, muchos más se han comprometido a cuidar y respetar a tod@s por igual.
Me hubiese gustado mucho leer este libro años atrás, en mi propia infancia, cuando necesité que alguien me dijera que la diversidad se celebra y se enaltece, en ningún caso se condena ni se oculta por vergüenza o temor… Descubrir que existen infinitas formas de ser hombre y mujer, y agradecer por la diversidad de modos con que niños y niñas expresan sus preferencias, gustos e inquietudes; que los talentos son patrimonio de tod@s y que la creatividad es infinita en sus posibilidades. Me alegra saber que como adultos aún podemos leer nuestra propia historia desde otro lugar, que podemos leer estas historias con perspectiva de futuro, con l@s niñ@s, como l@s adultos que serán, desde el lugar que nosotros ocupamos en el presente.
Este libro es un regalo. No solo para l@s niñ@s, sino también para nosotr@s. Gracias, Vinka. Gracias a l@s niñ@s y jóvenes que compartieron sus historias, que permitieron que otros las conocieran y fueran motivo de inspiración para tant@s más.
Por: Tomás Ojeda Güemes
Psicólogo clínico.
Trabaja en la formación de educadores y profesionales de la salud en temas de sexualidad, afectividad y diversidad sexual. Columnista de Territorio Abierto